jueves, 23 de enero de 2014

“Vida donde hay sueños”


Lo que nunca llegue a compartir… ahora habiendo pasado tiempo, y distancia… puedo sentarme a escribir que ha sido todo aquello en mi vida, aun con lagrimas de emoción, pero puedo llegar a expresar lo que nunca llegue hacer.
Aquel poblado de Amparaes-Cusco , Lima-Breña (Perú)-2011, aquel pequeño barrio a las afueras de Santa Cruz (Bolivia)-2013…



¿Quién ayuda a quien? pues al final esa es la cuestión, quienes ayudan a quienes... pues todas esas personas han significado una Mano Amiga en mi vida...

La primera vez que salí tuve apoyos para hacerlos, y otros quizás no tan convencidos de mis opciones, de marcharme fuera. En aquel octubre de 2011  que marche a vivir aquello cometí uno de las “locuras” más fuertes de mi vida, irme a emprender una experiencia de voluntariado en un momento débil personal, quizás demasiado tocada… pero aun así, no dude.
Llegar allí, a Amparaes fue una bofetada bastante fuerte con la Vida, y quizás más que con la realidad de allí, que también, con mi realidad (algo que no me esperaba de ese modo). Y esto lo digo porque muchas veces cuando sales a zonas con un índice de pobreza, vas con la idea de que todo te va a chocar, y vas, en parte, preparado para ver realidades chocantes, pero lo extraño es que te choca lo que eres allí, no sé como explicároslo exactamente… es que somos una gotita de arena en este mundo…

Lo más valioso que tenía era el rosario que me regalo mi abuela antes de marcharme, lo más grande que tenía se reducía a un símbolo que simplificaba lo mucho que me amaba la vida. Luego ese valor se fue extendiendo a más aspectos…
Mi vocación siempre la he reducido a servirme de alguna manera, con lo mejor que tengo, a los demás, y eso siempre lo he intentado traducir a los niños, a la infancia, y a la juventud, pues ir a un hogar de niños ¡¡era todo un Sueño para mi!!
Allí encontré muchos pequeños sueños que me he imaginado en muchos momentos de este camino de la vida… ayudar, aprender de los más pequeños, servir…
Pero sin embargo no fue del todo así… también encontré vergüenza, pureza, sencillez, vida, esperanza, y lo mejor… encontré Sueños vivos en muchos de aquellos chicos.

En mi segundo lugar, el hogar de Breña (Lima), fue allí donde encontré esos sueños, sus Sueños, ellos no eran conscientes, pero nos dieron Luz a los voluntarios. Mi vida cobro un giro, no sé de qué grados… pero algo sucedió en el ella, algo me latía por dentro que me inquietaba, no sé si era porque añoraba mis cafés con leche de España, o mi agua fresca de mi casa, pero todo aquello despertó en mi un pequeño huracán que ha día de hoy ha ido haciéndose más fuerte con el paso del tiempo.
La verdad es que me costó mucho adaptarme a la vuelta a España, pues en el tiempo fuera fue demasiado intenso, dilato con mucha fuerza mi corazón (por muy pedante que suene dicho así…)

Los niños de Amparaes, los chicos de Breñas, los voluntarios y amigos de camino (Ross, Diana, Pablo, Mireck…) han perforado y dado donde más se deja huella, han acariciado la sensibilidad, lo más grande que tenemos, me han regalado Amor de Dios.

Cuando antes nombro que una cosa que encontré fue “vergüenza” fue porque realmente me sentí absurda, absurda, porque aunque sea un topicazo… ¿qué es lo que necesitamos en la vida para ser felices? Sentí vergüenza de todas las cosas que muchas veces nos facilitan en nuestras casas (pensando en la vida Occidental que llevamos, si, estará quien diga, aquí también hay pobreza… pero desde mi óptica.. no es igual… aun que allí también hay riquezas, pero el contraste… es diferente… en algunas zonas, y eso es lo triste, y vergonzoso)
Allí, y muchos de los que salen a vivir “experiencias de voluntariado, cooperación, o de la rama…”, si verdaderamente quieren, pueden llevar una vida muy parecida a la que se vive aquí, en España. Pero en cada uno esta vivir la vida con quienes estas y compartes en esos momentos tu vida, al marcharte a aquella realidad, y adaptarte a ese regalo que se te hace de poder seguir y compartir cada momento a su lado desde la sencillez de sus vidas.


Allí me encontré realmente a luchadores, a chicos que no han perdido la esperanza cuando aquí seguramente la habríamos perdido. Encontré Vida en vidas aparentemente apagadas… alegrías, y sonrisas donde a veces solo se percibía tristeza, o muchas veces actitudes poco receptivas… Encontré pasión en la gente que se dedica a dar su vida en esos Hogares, pasión por entregarse. Y digo pasión, para desmitificar este término, hay quien entiende pasión como algo brutal, desbordante, para mi tiene un enfoque más sutil, más sincero, más entregado desde lo sencillo, sin hacer tampoco “mucho ruido”. Pues allí encontré apasionados de regalar sus vidas. Ross, (voluntaria peruana), Diana (voluntaria española), Pablo (Voluntario español), Mireck (voluntario polaco), Padre Ricardo (Salesiano)…

Y lo más grande que me lleve de allí, y lo que menos esperaba encontrar… “Los sueños”, Tener fe por los sueños, por lo que uno cree y vive en su vida. Cuando ni entendía exactamente la fuerza de los sueños, y perdía gas en la creencia de los míos propios, despertaron, sin lugar a dudas, Los Sueños de mi vida, me hicieron a volver a creer en la fuerza que tenemos los seres humanos para dar un giro, para creer en lo que llevamos dentro, para agradecer este gran regalo de la vida con la nuestra propia, sacando jugo a los proyectos que se nos presentan.
Volví de aquello muy tocada, pues me habían hecho muy feliz. Tanto que pensé en dar mi vida a esto.

 La vuelta fue horrorosa, volvía sola a España, me despidieron chicos, y los voluntarios en el aeropuerto, y se me pasaba de todo por la cabeza, de si realmente me iba a volver a encontrar con ellos en la vida, de cómo seguiremos en contacto, de que manera había hecho bien yendo dos meses fuera, si luego yo iba a volver, aquí, y ellos allí… había vivido una experiencia con personas, donde Dios ponía su otro “rostro”, ¿me iba a volver como si nada hubiera pasado? ¡Imposible! Se me fue de las manos, pues pensé en volver y darme más. Se habían integrado en mi vida.

Nunca olvidaré mi último día, me desperté con una sensación de “vacio”, porque me iba a volver en unas horas de vuelta España… mi sorpresa fue al despertarme Diana acompañándome a salir de la habitación, mis ojos se llenaron de millones de emociones indescriptibles… pues un pasillo lleno de sonrisas me estaba esperando hasta el comedor… Nunca olvidaré aquel gesto tan hermoso que me hicieron… Pues aquel rosario de mi abuela que significo tanto en aquella experiencia se “materializo” de alguna manera, era Dios a través de los gestos, de las personas, de todas esas increíbles circunstancias. La oración se hizo vida en el día a día.

Pero aquí está la segunda bofetada de todo esto… la realidad de aquí, de España.  Mi familia, amigos, estudios, CJ, cosas que cuidar, motivos importantes que tenía porque dejar de lado… Todo lo que me ha construido hasta entonces. No podía tampoco dejarlo de lado, ¿por qué mirar hacia otro lugar?
Me costo, pero aterrice, físicamente, y emotivamente de nuevo en mis quehaceres que me han ido construyendo. Entendí que fue todo aquello no fue solo una experiencia de voluntariado, sino que fue algo más, una experiencia hacia mi interior, hacia la increíble fuerza de la inercia del aprendizaje del Amor, un viaje hacia el interior, en el que aprendí que somos muy pequeños en este mundo, que nos necesitamos los unos a los otros para construirnos, para Amarnos, para crearnos, desde el minuto uno de nuestra existencia nos necesitamos, pues nadie “se pare solo”, necesitas de tu madre, de otros… pues sin Amor no somos nada, sin preocuparnos de manera desinteresada no somos nadie, sin mirar a las personas a los ojos, no somos nada.
Pues descubrí en aquellos sueños de aquellos chicos que no cualquier sueño merece la pena ser vivido, solo aquellos sueños en los que se Cree con el corazón, aquellos sueños que dan sentido a lo que eres, que hacen brillar a las personas que pasaron por ti, y a lo que eres, y que más allá de llegar a conseguirlo… lo que te hace Ser durante el camino los Sueños de tu vida.
“No hace falta mucho para vivir la vida con Amor, tan solo mira lo que llevas ahí dentro, y explótalo, al final, te llevarás más de lo que tienes”

Pasado un año de aquello, para Febrero de 2013 (y que ahora hará un año de esto) tuve la gran suerte, y el gran regalo de volver a marchar. Esta vez a Bolivia, con Javi.

¿Quién ayuda a quien?
Allí el hogar era de niñas, todo niñas. En el hogar había 120 niñas, increíble, pero cierto.
En este nuevo lugar, descubrí la fuerza de la autoridad, pues decía el párroco del barrio de casa Main en una homilía, que Autoridad veía de autor, que quería decir crear algo bueno en el otro, y en el caso de Dios, en nosotros, es decir, ¡¡Dios quiere crear algo bueno en nosotros!! Me preguntaba mucho de si éramos conscientes de esto. Y es que es ciertísimo! Dios quiere crear algo bueno en nosotros, sino ¿Por qué estaríamos aquí? Sino, ¿Por qué se nos ha regalado gratuitamente la vida?
Me rallaba mucho con esto, porque claro pensado así me parecía precioso, pero luego con los días como que me cambiaba un poco el pensamiento, pues si Dios quiere crear algo bueno en nosotros, ¿porque nosotros creamos cosas malas? Y porque hay vidas tan realmente tocadas, y niñas tan abandonadas en muchos sentidos, y aspectos?

La verdad es que esta segunda experiencia fue totalmente diferente, pues iba con otra mentalidad que cuando me marche por primera vez,  no sé si más madura y más consciente, pero si con el corazón un poco distante para no entrar de lleno en sus vidas.
Tengo el recuerdo de ir a acostarlas y que fuera superdivertido, pues se me enternecía el alma, darlas las buenas noches, acompañarlas a la cama, y darlas el beso de buenas noches era como tocar el cielo… pero lo deje de hacer estando allí, pues habiendo vivido otra experiencia un año anterior, me planteaba… que hago acostándolas, si me voy a ir en un tiempo? Qué sentido tiene hacerlo durante unos meses si me marcharé a mi país? No quiero ver niñas triste porque nosotros marchamos. Ya me paso en Perú, ver como tú te marchas, y otros se quedan tristes porque te vas. Te haces participe de su vida durante unos meses y luego emprendes otra vez tu vida, a tu destino de origen. Pues al final me reconcomía la conciencia.
El caso es que me surgió el dilema… ¿Quién ayuda a quien? Y esto me volvió a surgir en el campamento que viví con los chicos del Centro Juvenil (en España) ¿Quién ayuda a quién?
Cuando hacemos marchas en los campamentos, la “lógica” del caminante es ayudar el que esta algo más fuerte al que aparentemente flojea, o anda más débil… pero lo cierto es que para que se de eso es necesario una confianza, un yo te extiendo mi mano, tu me extiendes tu confianza sobre mi, y a mi estas cosas me dejan mucho sin palabras, ¿Por qué alguien te cede parte de su vida, porque alguien confía en ti, para que tu tires de el y le ayudes en su caminar? Aparentemente parece que les estas ayudando, pues estas tirando de el, le estas acompañando para que llegue arriba de la cima… pero en realidad, quizás, puede que te este ayudando él, de quien estas tirando, piénsalo, tu me das tu mano, yo tiro de ti, pero estas confiando, estas teniendo fe en lo yo soy, y estas sosteniendo mi voluntad…
Así lo empecé a ver con aquellas niñas, ¿Quién ayuda a quien? Sin duda… me ayudaron a entender esa Autoridad de Dios, ese crear algo bueno. A verlo más claro. Que no es cuestión de mirar el detalle de la “oportunidad” de quien pueda crear malo. Sino de mirarlo de la óptica de todo lo bueno que se crea.
Allí cualquier gesto era valorado, cualquier sonrisa, careto, clase de inglés, lengua, mate… Cada detalle era una oportunidad para ellas de hacer algo “grande” en el día, jugar al baloncesto descalzas al final del día era la actividad estrella del hogar para desinhibirse, para encontrarse con muchas de ellas.
Incluso las clases de guitarra que surgieron se las tomaban como un auténtico regalo, que yo pensaba pero bueno! ¿Quién soy yo para enseñarlas guitarra? ¡si mis conocimientos y capacidades son muy limitadas!
 
Pues ellas con sus ganas de aprender sacaron más de lo que yo incluso pensaba que tenía. Desde unas clases, hasta deportes, acompañarlas al cole, y en su día a día, se convirtió en una dinámica, de quien ayuda a quien… sin duda me dieron una lección de Vida, ellas que son receptoras de “ayudas”, resultan que son las que “transforman” y dan esa ayuda a quienes pasan por ellas.
Aquellas niñas me emocionaron con sus vidas, con sus alegrías, y lo mejor de todo, con su sencillez del día a día, y me volvía a hacer la maravillosa pregunta ¿qué es lo que necesitamos en la vida para ser felices?
La verdad es que viví esta segunda experiencia en uno de los momentos más felices de mi vida, pero me volvía a surgir, porque es verdad, a veces nos complicamos mucho, y si que es cierto que hay vidas muy complicadas, pero tenemos autenticas oportunidades de vivir sencillamente y realmente, en muchas ocasiones, no empleamos nuestras posibilidades de despreocuparnos de las cosas superficiales… y se nos pasan por alto las cosas importantes, y pasamos a complicarnos.
Allí eso es diferente, parten de situaciones realmente complicadas, pero sin embargo hacen de su vida algo más sencillo, no sé si por cuestiones del azar, o porque cuestiones unos nacemos aquí otros allá, y otros más allá. Pero la cuestión es que a veces no lo valoramos. Esta quien pensará “yo sí que lo valoro”, pero no… en el fondo no somos conscientes de lo que tenemos realmente, y se nos olvida de lo difícil que es la vida para muchos, y sobretodo lo difícil que es la vida para los más vulnerables de la sociedad, muchos niños y niñas con situaciones que eternamente desconoceremos…

Al volver después de esta experiencia me choque con otra tercera bofetada, la realidad de ver las orejas al lobo… Mi familia en un momento difícil, no era consciente de la gravedad, pero algo había cambiado sus vida, mientras yo andaba fuera… me di cuenta de que mi servicio después de haber estado a miles de kilómetros de casa, aquí en la otra pared de mi cuarto algo grande me “reclamaba”, no me lo pensé, aquellas experiencias de vida que me fueron dotando de entrega, lo volqué en hacer lo más feliz a mi madre durante todo su proceso. ¿Lo más curioso? Que le debo mucho a todas esas personas, pues mi madre me noto algo diferente en mi interior a la hora de estar con ella, y es que son muy culpables de ello todos esos chicos que marcaron mi vida, y todas esas niñas que me llenaron de alegría, me han ayudado a entender la vida de otra manera, me han ayudado a ayudar en mi familia cuando más me necesitaban al cien por cien de mis capacidades. Me han dado la fuerza, la luz, la esperanza.
Y al final de todo me pregunte… ¿Quién ayuda a quien? Sin duda… Fui a ayudar, y han sido ellos, ellas, quienes me han ayudado en mi Vida. Un gracias se me queda pequeño para expresar todo lo que siento por todos y cada uno de ellos, pues no encuentro otra manera de agradecimiento que hacer la vida más sencilla, como ellos me han enseñado, a quienes me rodean… porque es que es cierto…. estamos en este mundo para hacernos felices los unos a los otros. Y hacerlo más fácil.  Espero que la vida nos vuelva a reencontrar. A todos aquellos que nos separan los kilómetros, pero nos unen esa fuerte luz de las estrellas que nos hacen brillar y que son reflejo de todas las personas que nos van dejando huella.

Beatriz Morales. Voluntaria 2013