domingo, 15 de junio de 2014

Mis primeras semanas en Filipinas


A mi llegada lo primero que me impactó fue el calor húmedo, te mete un golpe impresionante al bajar del avión. A la salida del aeropuerto estaban dos hermanas para recogerme, una de ellas es Mercedes, es una persona majísima, increíblemente agradable, y mas mayor de lo que yo pensaba, pero de espíritu joven. El sitio en el que me acogen está genial, es una casa para mí solo, y una cocinera me trae tres ingentes comidas al día, así que es probable que incluso engorde estando aquí. 

Me encuentro en el barrio de Handumanan, es una zona de gente rehubicada por el gobierno, de clase muy baja, pero en la zona había un área de casas que edificaron los padres agustinos en los setenta, estas son de mejor calidad, y yo me encuentro en una de ellas. El trabajo que me han encomendado para ayudar en la clínica que dirigen las hermanas es ayudarles a realizar y traducir un informe con los datos de la clínica a lo largo de los cuatro años que lleva en funcionamiento. Así que estoy en el ordenador, alguna vez las acompaño a las visitas que realizan a domicilio, y también estoy dando a las hermanas filipinas clases de español.

Hace un par de días hice una pequeña excursión a la región de Iloilo, en la isla de Panay, para ver la labor de reconstrucción de casas que han realizado las hermanas, estuvimos dos días. La verdad es que fue bastante impresionante, han construido casi un centenar de casas de madera, y la gente les está muy agradecida. Me trataron como nunca. 

Hay muchas historias, me he perdido, he montado en sidecar, he estado en un funeral, me han llevado a un restaurante de lujo y algunas personas de la alta sociedad han estado interesadas en conocerme y me han invitado a cenar con ellos... En fin, como te digo, es toda una aventura, y estos primeros días han sido increíbles, aunque estos próximos días voy a intentar descansar un poco, que es importante cuidar la salud, aquí las condiciones higiénicas son mucho peores que en España.

Juan desde Filipinas. Voluntario de 2014

jueves, 12 de junio de 2014

"Y es que desde que estoy aquí no he parado de sonreír, ni un instante"


¡Llegué el Sábado y hoy es Jueves!

El sábado pasado aterrizábamos mi pareja y yo en El Paso, Texas. Después de dos días viajando el cansancio y la curiosidad se apoderaba de nosotros.
Pero pronto estábamos cruzando la frontera, entrando en Ciudad Juárez, México. 
El padre Juan Carlos Quirarte nos recogió junto a otro voluntario de Guadalajara, México. Su nombre es Paco y ya se ha convertido en un gran amigo.
De camino recogimos a Sergio, que reside en El Paso y que tiene familia en Ciudad Juárez y nos contaba que iba a pasar una semana de voluntario con nosotros.

Al llegar a la casa, nos sentimos como si fuera nuestra. Allí conocimos al resto de padres y al resto de voluntarias, Diana Cho de L.A., EEUU y Alejandra de Medellín, Colombia.
El padre Juan Carlos es un gran apoyo. Nos cuida, nos enseña y nos escucha cuando la situación es desconocida para nosotros. La realidad en Ciudad Juárez es tan diferente a la que tenemos entendida desde España, que a veces parece que se hable de dos ciudades distintas. Debido sobretodo a los medios de comunicación y su predilección por la noticia sensacionalista frente a la realidad. Hoy me he dado cuenta de que solo es Jueves ¡Pero mi vida es tan intensa aquí!

Hoy también me he dado cuenta de algo muy importante. Y es que desde que estoy aquí no he parado de sonreír, ni un instante.

Aún nos queda mucho tiempo por vivir Ciudad Juárez. Prometo transmitir todas las sensaciones y vivencias desde aquí. Espero que al leerlo, sonrían como nosotros.

Anna y Joaquim
Voluntarios en Ciudad Juarez