jueves, 16 de mayo de 2013

Antes de mi primera experiencia


Hola!! Soy Lola, tengo 18 años. Acabo de empezar la carrera de Biología, aunque también estoy la haciendo de música y la de ballet. Este año me apunté al curso  de voluntariado internacional y en Julio me voy a Villarrica (Paraguay). Mucha gente me dice que soy muy pequeña, que todavía no puedo saber lo que quiero. Pero siempre doy la misma explicación: tanto en mi familia como en el colegio me han guiado, consciente o inconscientemente, hacia este camino. Voy a dar datos concretos, y luego sacáis vuestras conclusiones.
Siempre he estado en colegios de Salesianas, primero en "La Dehesa" y después en "Villaamil", donde me enseñaban la fiesta, la alegría, la moral cristiana, la responsabilidad... Todo ello reforzado por mi familia. Una de las primeras oraciones que me enseñaron fue la siguiente:
"En mi corazón de niña guardo yo muchos deseos: el primero es que seamos cada vez más buenos. El segundo, que la gente viva siempre en alegría, y que estén todos contentos con el pan de cada día. Yo te pido por mis padres y los padres de otros niños, para que nunca se enfaden y siempre están unidos. Haz que no existan las guerras, ni tan si quiera en los libros. Y que en este mundo en el que vivimos no se oiga llorar a un niño. Amén"
A mis 10 años, mi familia adoptó a mi hermano pequeño, quien se encontraba en una casa de unas monjas, donde vivía un montón de niños cuyos padres no podían hacerse cargo de ellos, por lo menos durante un tiempo. Cuando fuimos a recogerle, vi a un niño muy serio (y con cara de agobio y tristeza) hablando con unos señores. Me contaron que le habían ido a visitar sus padres. Al principio no entendía por qué estar con tus padres podía ser algo malo o incómodo. Poco a poco lo he ido comprendiendo y me he dado cuenta de que no todo en esta vida es felicidad. En el colegio ya me lo decían: "Hay que dar dinero a los pobres. Hay gente que se muere de hambre. Hay niños que no son felices"... pero yo no le daba importancia. Fue aquél día cuando entendí la oración que me enseñaron de pequeña, y sentí que algo tenía que hacer.
El año pasado, cuando terminé la selectividad, Sor Aurora me ayudó a contactar con Madreselva, y aquí estoy.
En julio me voy a un hogar de niñas en Villarrica, una ciudad pequeña de Paraguay cerca de Asunción. Tampoco me entretengo mucho en el proyecto, porque supongo que la mayoría lo conocerá. Viajo con una compañera del grupo y ahora toca vacunarnos, preguntar dudas a otras voluntarias que hayan ido otros años, presentarnos a la Sor de allá, algún que otro papeleo... Suena un  poco a agobio,  pero todavía no estoy nerviosa.
Creo que voy a ser de ayuda, no sé si de mucha, o de poca, pero algo aportaré. No tengo experiencia laboral ni nada por el estilo, pero creo tener claro lo que quiero y debo hacer allá. Creo que no hay edad para diferenciar entre una persona pequeña y otra madura, creo que el estar preparado está ligado con el tiempo que uno se ha parado a pensar en la vida y el mundo, en las injusticias y en los horrores, en la felicidad y los amores... Cuando vuelva de la experiencia ya sabré si lo que creo es cierto.

Lola Teja. Voluntaria 2013